«Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis» (Mateo 25:35).
Hoy, martes 11 de febrero, hemos retomado con renovado fervor nuestra labor en el comedor social de Valvanuz. Como caballeros templarios de la orden SmothMit, nuestra vocación no es solo la defensa de la fe, sino también el auxilio a los más necesitados, cumpliendo con la misión divina que nuestro Señor Jesucristo nos encomendó. En cada gesto de servicio, en cada alimento compartido, en cada sonrisa recibida, vemos reflejado el rostro de Cristo y sentimos su llamado a la caridad.
La jornada comenzó con la limpieza del local, preparando el espacio para acoger con dignidad a aquellos que buscan un plato caliente y un momento de alivio en su día a día. Luego, dispusimos las mesas con esmero, conscientes de que, así como en la Santa Cena, cada mesa es un altar donde se reparte el pan del amor fraterno. La comida servida fue sencilla pero sustanciosa: de primer plato, una ensalada fresca; de segundo, macarrones calientes, y de postre, piña con galletas, acompañado de agua para calmar la sed. Tres turnos se llevaron a cabo, permitiendo que todos pudieran recibir su porción con dignidad y respeto.
En total, 48 personas fueron atendidas. Cada uno de ellos traía consigo una historia, un sufrimiento, una necesidad. Pero también llevaban en sus ojos una chispa de esperanza y gratitud. Nos conmovieron las palabras de un anciano que, al recibir su plato, dijo: «Dios los bendiga, porque en ustedes veo su bondad». Sus palabras nos recordaron la enseñanza del Apóstol Santiago: «Si un hermano o una hermana están desnudos y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?» (Santiago 2:15-16). No basta con palabras; el amor verdadero se demuestra con acciones.
Este ha sido ya el quinto día de nuestra colaboración como voluntarios en el comedor social de la Virgen de Valvanuz. Nuestra orden templaria SmothMit se ha comprometido a hacer de esta obra de caridad un pilar fundamental en su camino espiritual. No somos solo guerreros con espadas, sino soldados de la fe, empuñando como armas la misericordia, el servicio y la compasión.
Cada jornada de voluntariado es una enseñanza viva de los valores templarios. Nos recuerda que nuestra misión no se limita a proteger lo sagrado, sino también a encarnar el Evangelio en nuestras acciones. El verdadero combate no es contra los enemigos visibles, sino contra la indiferencia, la injusticia y el egoísmo. En palabras de San Pablo: «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efesios 6:12). Nuestra batalla es por el amor y la justicia.
El comedor social nos ha solicitado un nuevo gesto de solidaridad: la donación de leche para el mes de marzo. Sabemos que, para muchos de los beneficiarios, este alimento representa una fuente vital de nutrición, especialmente para los más pequeños y los ancianos. En este llamado, vemos una oportunidad más de poner en práctica el mandato de Cristo: «Dadles vosotros de comer» (Lucas 9:13).
Cada vez que servimos en el comedor, recordamos el ejemplo del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37). No preguntamos por credos ni procedencias; simplemente nos arrodillamos para ayudar, para sanar, para dar aliento. Ser templario no es un título, sino una vocación de servicio.
Que la Virgen de Valvanuz y nuestro Señor Jesucristo sigan guiando nuestros pasos y fortaleciendo nuestras manos para seguir cumpliendo esta sagrada misión. Ad majorem Dei gloriam.